Rincón Carmelitano

SANTA ISABEL DE LA TRINIDAD SOBRE EL AYUNO

La semana pasada os ofrecimos un texto sobre la oración, práctica fundamental en la Cuaresma; hoy una anécdota de santa Isabel de la Trinidad sobre el ayuno.

Hizo su primera comunión a los 10 años como era habitual en su tiempo. Había que guardar el ayuno para poder comulgar desde el día anterior. Al salir de la ceremonia las niñas se alegraban del rico desayuno que les esperaba; Isabel le comentó a su amiga : «No tengo hambre, El me ha saciado.»

Cuando sentimos hambre, el pensamiento se nos va instintivamente al alimento, queremos comer y cuanto antes mejor. Pero si tenemos costumbre de comulgar a diario y un día no lo hemos hecho, ¿el alma nos reclama este Pan de vida?, ¿lo echamos de menos ?. Quizá el paladar del alma esté algo atrofiado. Pues bien, puede ser una buena finalidad del ayuno físico, cuando el cuerpo nos reclama el alimento, pedir al Señor que nos de verdadera hambre del Pan eucarístico, que como le sucedió a Isabel de la Trinidad, tanto lo lleguemos a desear y gustar que nos sintamos realmente saciados. La Cuaresma en la que se nos exhorta al ayuno, termina en el Jueves Santo, en el que Jesús se hace nuestro alimento. Ojalá lleguemos a desearlo más que cualquier otra cosa, pues no admite comparación con ningún bien de este mundo, ya que es El mismo el que se nos da y quiere encontrarnos despegados de otros gustos para gustarle con verdadera fruición. Ayunar del pan para gustar del Pan.

Os queremos decir que esta semana vamos a hacer los ejercicios espirituales, del martes al siguiente martes. Os pedimos vuestra oración, confiamos en ella y ya os damos las gracias de antemano. Por favor, acordáos, pues suele haber tanto bombardeo de noticias que esta demanda puede quedar arrinconada, pero si nosotras no somos santas (¡y Dios sabe lo que nos falta a algunas!), la oración por vosotros será poco eficaz; luego…¡Os conviene!.

Os deseamos una santa y fructuosa Cuaresma.

Hermanas Carmelitas

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