Editorial

¡Bendita y alabada sea la hora…

…en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza! Con este saludo ha sido transmitida la devoción pilarista generación tras generación. La Santísima Virgen del Pilar, una advocación popular y de gran arraigo en todo nuestro país, nos recuerda el antes y el después de la tarea evangelizadora de los primeros cristianos en nuestra tierra. La aparición de María a orillas del Ebro hace casi dos mil años está unida hoy a la realidad de la Iglesia del siglo XXI. La celebración de esta aparición en el año 2021 recuerda que compartimos las mismas dificultades, los mismos retos y la misma necesidad que experimentó Santiago en aquellos primeros pasos de la Iglesia naciente.

María se apareció al Apóstol en medio de su gran reto, el trabajo evangelizador que en aquel momento desempeñaba, tras el envío de Pentecostés, en las regiones romanas de la Península Ibérica. En aquellas ciudades de cultura latina, donde el paganismo era la religión imperante evangelizar era muy exigente. Debió ideárselas el Apóstol, junto a sus compañeros de viaje, para comunicar aquella noticia tan importante, y en un contexto como aquel, tan difícil de expresar de manera comprensible. Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, había entregado su vida por amor a nosotros, y en su resurrección se abrían las puertas a la Vida Eterna.

Si hoy nos resulta complejo, en nuestro mundo y tras una era cristiana de enorme importancia, llevar a cabo este anuncio evangelizador, pensemos por un momento en aquellos primeros cristianos; en sus medios, su formación, la falta de una Iglesia institucionalizada que sirviese de apoyo… con la única arma de la palabra, y llenos de miedos y dudas. Las dificultades y la escasez de éxitos fueron mermando la pasión y la entrega de aquellos testigos de la resurrección, que poco a poco perdían vigor y se sentían fracasados y tentados de abandonar aquella costosa misión. Hoy podemos nosotros sentirnos identificados en sus pobres resultados, en su frustración, en la tentación de tirar la toalla… nuestro trabajo no da los resultados esperados. Es cierto…

Pero también la necesidad es compartida. Necesitamos una palabra de aliento, necesitamos algo que reanime nuestra esperanza, que nos fortalezca el corazón, que nos recuerde que llevamos un tesoro en vasijas de barro (2 Cor 4,7), pero que tenemos la gracia de anunciar a los gentiles la riqueza insondable de Cristo (Ef 3,8). Que es la fuerza del Espíritu la que nos sostiene en la lucha, la que nos permite seguir a pesar de todo. Que es Cristo la columna sobre la que se apoya la Evangelización, y sobre ella, brilla María, nuestra madre, que nos guía e ilumina como un faro en medio de la noche, para que no perezcamos en la misión de anunciar al mundo la buena noticia.

Así podemos sentirnos identificados con Santiago, así podemos encontrarnos de nuevo con María, para que sea nuestra ayuda, nuestro consuelo, nuestra esperanza ante los retos y las dificultades. Necesitamos la intercesión, el sustento, la fuerza de la Madre. Que al celebrar de nuevo esta fiesta de Nuestra Señora del Pilar, sea Ella nuestro apoyo, el Pilar sobre el que edifiquemos la nueva Iglesia que estamos llamados a reconstruir ante las necesidades y las exigencias que compartimos los hombres del siglo XXI. María del Pilar, Estrella de la nueva evangelización, sostén nuestra acción evangelizadora y escucha la oración de tu Iglesia. Amén.

Quique, vuestro párroco.

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