Volvemos a asomarnos a nuestro espacio del rincón.
¡Ahora compartimos la clausura con todos vosotros!, aunque somos muy conscientes de que no es lo mismo, pues nosotros disponemos de un recinto grande, tenemos una vida adaptada al retiro, y lo hemos elegido libremente.
Realmente nuestro ritmo de vida es el mismo; con una mayor comunicación a través del teléfono y el ordenador, que habitualmente suspendemos en la Cuaresma, pero este año está siendo atípica, y familiares, amigos y muchos de vosotros, os interesáis por como estamos a través de estos medios. Gracias. Nosotras también pensamos en vosotros.
Cuando empezamos a tomar conciencia de la gravedad de esta epidemia,nos preguntamos:¿qué podemos hacer nosotras?, evidentemente rezar, intensificar la oración. Por supuesto que rezamos cada día la oración de San Roque, la de la Virgen que nos propone el Papa, otra a San Martín de Porres, las letanías de los santos, y hemos hecho una novena con el Santísimo de 10 a 11 de la noche por el cese de la epidemia. Llevamos en el corazón a aquellos a los que estas circunstancias les están resultando particularmente difíciles y penosas.
Como hemos dicho al principio todo siguió igual en nuestra vida, pues don Raúl, con todos los permisos oportunos, nos celebraba la Eucaristía, pero ahora ya no viene, pues tanto él como nosotras queremos compartir la situación que vivis y que viven también en los monasterios; aunque seguimos teniendo el privilegio de la Comunión eucarística.
Estamos viviendo esta situación con dolor por el sufrimiento de muchos, pero con una gran paz. Si el virus escapa al control de los hombres, Dios tiene contados los cabellos de nuestra cabeza; como nos repitió el Papa Francisco en esa oración tan impresionante: NO TENGAMOS MIEDO. El lleva la historia de cada uno con amor infinito y sabiduría inmensa.
Hermanas carmelitas