Editorial

Si no os hacéis como niños…

La comunidad cristiana de Villar del Arzobispo vive esta semana un acontecimiento muy importante, 7 niños y 6 niñas van a participar de manera plena del Sacramento de la Eucaristía. Van a recibir su primera comunión tras un periodo prolongado de formación y preparación junto al equipo de catequistas que les han acompañado en este tiempo y les han iniciado en la vida cristiana, en los sacramentos, en la oración y en la experiencia de la Iglesia.

Este momento central en la vida creyente de estos niños no puede ser indiferente para los que formamos parte de la parroquia en Villar. Al contrario, debe ser un momento para nosotros de gran importancia, y es necesario que estas familias se sientan acompañadas por la comunidad parroquial; una parroquia que vive, valora y aprecia la presencia Eucarística de Jesús, que se construye y configura desde la celebración de la Eucaristía. Nuestro testimonio, nuestra participación y la centralidad de la misa dominical en nuestra vida son el más claro testimonio para los jóvenes cristianos de cómo los creyentes consideramos fundamental este encuentro semanal con Jesucristo resucitado.

La participación dominical y diaria de los cristianos de Villar en la Eucaristía es el mejor termómetro para saber cómo de unidos estamos a la Iglesia y a Jesús los creyentes en este pueblo de la Serranía, y si realmente celebrar juntos la Eucaristía supone un regalo y una posibilidad de encuentro que apreciamos y cuidamos cada día. 

Como párroco me gustaría que aprovechemos este momento (a pesar de las dificultades que existen en nuestro mundo y en nuestra vida actualmente) para recuperar, para rescatar un poco de la inocencia y confianza de los niños, que entienden, en ocasiones mejor que nosotros, la fuerza y el significado profundo de este Jesús sencillo, pobre e insignificante, que se nos da como alimento, porque nos ama y no deja de invitarnos a participar de esta mesa fraterna. 

Comer del pan de Jesús nos ayuda a asimilar su mensaje, a comprender sus palabras, a seguir sus pasos. Recibir la comunión implica dejarnos llenar por algo tan pequeño y tan profundo, que nos viene grande comprenderlo.

Nos sirven de ejemplo y testimonio estos niños que, con sus capacidades infantiles y sus medios limitados, el domingo se acercarán por primera vez a la mesa del altar y comerán del pan de vida que Jesús nos ofrece. Ellos, quizás no tienen tantas experiencias de la vida, no viven tan pendientes como nosotros de la economía, los problemas, el consumo, el sufrimiento, la enfermedad… Pero tal vez por esto, su corazón está mejor dispuesto que el nuestro para valorar y vivir la importancia de este Sacramento. 

Que esta celebración sea para nuestra parroquia un motivo de alegría, y un empujón que genere en nosotros un deseo mayor y un compromiso de participar más y mejor de la Eucaristía. Cada día, desde el pan partido, Jesús nos invita a volvernos de nuevo un poco niños, y olvidando el ritmo frenético de nuestras vidas, hace posible encontrarnos con Él y dejarnos llenar por esta presencia que da sentido a la vida y que nos sirve para seguir caminando. Hagámonos niños ante la Eucaristía, porque “si no os hacéis como niños… no entrareis en el Reino de los Cielos”.

Quique, Vuestro Párroco

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