El sufrimiento: Testimonio de Carlos Acutis.
Hoy os vamos a compartir sobre algo que no tiene buena prensa: el sufrimiento. Lo hacemos con una frase bien sorprendente del hermano Rafael, monje trapense, canonizado hace unos años. Escribe en sus apuntes personales:»En la Trapa soy perfectamente feliz porque soy perfectamente desgraciado…»; de momento uno se queda perplejo ¿no? pues son dos realidades que parece se excluyen radicalmente; si soy feliz no soy desgraciado y viceversa. Pues resulta que algo no debemos entender bien los que nos movemos a otros niveles, porque todos los santos han afirmado ser felices en medio de sus sufrimientos, empezando por san Pablo:»sobreabundo de gozo en medio de mis tribulaciones». Los creyentes sabemos bien que el secreto de esta aparente contradicción es que anda de por medio el Crucificado. El no fue a buscar la cruz, pero la abrazó cuando llegó por amor al Padre y a nosotros. Es lo que han hecho los santos de todos los tiempos.
El sufrimiento nos llega a todos de muchas maneras; si lo resistimos y rechazamos, como decía santa Teresa «nos hace pedazos», pero si mirando al Crucificado le pedimos con insistencia que nos ayude a asumirlo con El y por El, es suave de llevar, e incluso se convierte en la fuente de un gozo muy puro y profundo porque testimonia un amor verdadero a Dios, que crece, madura y se acrisola en el sufrimiento acogido por amor.
Es muy impactante el testimonio de Carlo Acuti, beatificado hace unos días. Un joven de 15 años pletórico de vida; le detectan una leucemia agresiva, mortal sin remedio. Lo acoge en paz, pide que le den el sacramento de la Unción de los enfermos y ofrece su vida por la Iglesia católica. Desde los 7 años no había dejado la Eucaristía diaria; uniéndose cada día al sacrificio de Cristo, estaba preparado para asumir sin queja ninguna el despojo total. A los tres días del diagnóstico moría santamente.
Hermanas Carmelitas