Editorial

Tiempo de María, tiempo de Paz.

El próximo jueves empezaremos en nuestra comunidad un tiempo especial, un tiempo de gracia en el que Dios viene a nuestro encuentro y quiere renovar nuestra vida y nuestra fe. Empieza la novena preparatoria a la fiesta de nuestra patrona, la Virgen de la Paz. Son días de especial cercanía y vinculación con María, nuestra madre. Jornadas en las que nuestra vida de fe y nuestra espiritualidad se acercan de nuevo a la Virgen para recibir de ella una caricia, una palabra que nos ayude a seguir creciendo, caminando y haciendo frente a las dificultades y sufrimientos. Aliento para los momentos que nos hacen sentir que estamos a punto de desfallecer.

En la Virgen de la Paz ha encontrado siempre Villar un apoyo, un faro luminoso al que acudir en los periodos de oscuridad, debilidad o pérdida del sentido. Ella es el eje fundamental de esta comunidad cristiana que camina en este pequeño pueblo de la Serranía. A Ella volvemos a acudir cada año, cada mes de enero, para reencontrarnos en su presencia y sentirnos arropados y acogidos bajo su manto protector.

Es tiempo también de sorpresas. Pues la novena no es una tradición vacía ni repetitiva. La vida siempre es más atrayente si la llenamos de sorpresa, si estamos dispuestos a dejarnos sorprender y permitimos que nuestro día a día, a veces un tanto monótono, quede salpicado por un tono distinto con acontecimientos, personas o aprendizajes inesperados que nos hacen ver la vida de forma diferente.

La Santísima Virgen, en medio de este tiempo (bastante difícil) nos quiere sorprender, quiere ofrecernos a cada uno de sus hijos una enseñanza, un ejemplo, una propuesta para vivir según el Evangelio de Jesús. María va a aprovechar estos días para recordarnos que es aquello fundamental en nuestra existencia. Y nos va a sorprender con su capacidad de ofrecer a cada uno de sus hijos lo que más anhelamos, o lo que más necesitamos, de acuerdo con las circunstancias en las que nuestra vida se encuentra en este tiempo concreto. Porque ella conoce lo que hay en lo más profundo de nuestro corazón.

Pero, sobre todo, la novena de la Virgen de la Paz es un tiempo de gratuidad, de regalo. La Virgen no quiere nada a cambio, quiere que vivamos estos días como jornadas que Dios nos ofrece para compartirlas con ella, como lo hace una familia alrededor de una madre. Lo que es dado “por gracia” es gratuito, no se pude pedir nada a cambio, es algo que se da sin condiciones ni regateos. De esta forma, desde la pura gratuidad, la Virgen nos quiere congregar a su alrededor para hacernos el regalo de su maternidad, de su ayuda, de su consejo, de su intercesión amorosa.

Para vivir esta propuesta apasionante, para experimentar el encuentro y el abrazo de la Madre, solo es necesario estar, solo es preciso responder a su invitación, ser fieles a la proposición que cada año la Virgen de la Paz sugiere a todos sus hijos villarenses. Que hermoso ver a los hijos unidos alrededor de su Madre ¡Ojalá este año tan especial la Virgen se sienta más acompañada que nunca!

¡Nos espera a TODOS!

Quique, vuestro cura.

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