Editorial

Luz para alumbrar las naciones

Estas últimas semanas, la situación sanitaria y los elevados datos de fallecimientos y contagios que cada día nos ofrecen los medios de comunicación, nos han sumergido en una profunda noche, oscura y tenebrosa, en la que el miedo y la inseguridad nos invaden y nos sumen en el desánimo. La pandemia de Covid-19 que estamos atravesando está poniendo en cuestión la estructura social y la organización económica sobre la que se había levantado nuestro mundo desarrollado.

Esta realidad tan dura y difícil nos pone a prueba cada día. No podemos hacer frente a esto si no es desde la fuerza que nos aporta nuestra fe y nuestra confianza en Dios. Los cristianos vivimos en estos días dejándolo todo en manos de Dios, creyendo y esperando en Él, el único que puede salvarnos y socorrernos en este momento de sufrimiento. Nuestra debilidad nos muestra que necesitamos la fuerza y la luz de Cristo para seguir este camino lleno de múltiples contrariedades.

El año litúrgico nos ofrece la posibilidad de que los próximos días celebremos la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, más conocida como la fiesta de “la candelaria”. Es, por excelencia, una fiesta marcada por la presencia de la luz. Los signos, la Palabra de Dios y la liturgia nos ayudan a recordar una verdad fundamental: que Cristo es para la humanidad “luz para alumbrar las naciones”, como profetizó el anciano Simeón al encontrarse con la Sagrada familia en el Templo de Jerusalén.

Luz que llega hasta nosotros a través de la Palabra de Dios que se proclama cada día en la celebración comunitaria de la Eucaristía, y que podemos llevar y trasmitir en nuestros hogares, a nuestros amigos, familiares o conocidos. La Palabra nos anima y nos alienta cada día a seguir creyendo. Transmisión que es llevada a cabo en muchas ocasiones por lo más mayores de nuestras familias, que en este tiempo son un tesoro a cuidar y preservar ante el riesgo que supone para ellos esta terrible enfermedad del Covid-19.

El día de la presentación celebraremos la fiesta del Movimiento Vida Ascendente. Los mayores son los que más difícil lo están pasando en este tiempo. Es mucho lo que les debemos en el campo de la transmisión de la fe y el apostolado. Que este día sea una oportunidad para dar gracias a Dios por el ejemplo de fe y de fidelidad a Dios que en este tiempo nos están transmitiendo.

También en la fiesta de la Presentación en el Templo, la Iglesia universal celebra la Jornada de la Vida consagrada. Nuestra estrecha vinculación con la comunidad de carmelitas descalzas de Villar hace que vivamos esta celebración en plena comunión con nuestras queridas monjas, que con su oración constante y su vida entregada nos iluminan en nuestro desvalimiento. Las hermanas carmelitas son un regalo de la Iglesia para nuestra comunidad parroquial; que en esta celebración podamos orar por ellas, y agradecer a Dios su testimonio creyente y el don de la Vida consagrada en nuestro pueblo.

Confiados en manos de Dios, que este año, más que nunca, esta fiesta de la presentación nos traiga la luz, y alumbre nuestra comunidad para vivir un nuevo tiempo de esperanza y compromiso misionero y evangelizador.

Quique, vuestro cura.

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