Editorial

Tiempo de Reconciliación

El pasado Domingo se inició en nuestra comunidad cristiana un tiempo especial de gracia, acontecieron auténticos “milagros” en los que Dios concedió el perdón y la gracia del sacramento de la reconciliación a un grupo de niños de 8 años junto a sus padres. Fue un momento muy emotivo en el que muchos padres volvieron a tener este encuentro con el Padre, que como en la parábola, abraza a sus hijos otorgándoles su perdón y se alegra al volver a verlos en su casa. Padres y madres, cada uno con sus peculiaridades, defectos y virtudes, caídas y errores, que se reconciliaron con Dios y vivieron este encuentro de amor.

En este caso, Dios se valió de estos niños para que sus padres pudiesen reencontrarse y experimentar de nuevo la sencillez y la profundidad de este sacramento tan necesario en la vida de los creyentes. Esperemos que este domingo, también un grupo importante de niños junto a sus padres vuelvan a vivir esta experiencia que nos ayuda a comprender el sentido del amor incondicional de Dios por nosotros.

Esto me mueve a la reflexión hacia toda la comunidad, pues está cerca la Pascua de Cristo, y debemos acercarnos a ella, y vivirlo con plenitud, con el corazón limpio y dispuesto para acoger la gracia que Dios quiere derramar estos días sobre la comunidad, y sobre cada uno de nosotros. Por ello, me gustaría que todos pudiésemos como preparación a estos días, vivir en nuestro itinerario de fe este encuentro con Dios que supone la confesión.

A veces tememos que este sacramento se convierta en un suplicio, o caemos en el error de la falta de conciencia de pecados, en un mundo en el que la palabra “pecado” ha dejado de resultar humana, nos suena a algo alejado e impropio de nosotros. Sin embargo, es mucho lo que Dios está dispuesto a regalarnos a través de este signo en el que Jesús se hace presente en nuestras vidas dándonos su perdón, y renovando la fuerza de su gracia.

El tiempo cuaresmal es un momento propicio para tomar conciencia en nuestra vida diaria, en lo más ordinario e insignificante, de la presencia del pecado en la vida del hombre. Cuantas veces, en cosas cotidianas y aparentemente insignificantes, se manifiesta nuestra debilidad. Por ello, cada año, la Iglesia nos ofrece este periodo en el que analizando con detenimiento y profundidad nuestra existencia, crezca en nosotros el deseo de cambio y mejora. Si hemos vivido bien la cuaresma, el Señor, a través de su Palabra, sus Sacramentos, y nuestra oración personal y comunitaria nos ha ayudado a vivir esta necesidad del perdón.

La confesión es la mejor preparación para poder cerrar este proceso de conversión, y así sellar con firmeza nuestra voluntad de cambio y nuestra confianza en la gracia de Dios, que recibiremos con la renovación de nuestras promesas bautismales en la Noche de Pascua.

Para hacer esto posible, a partir del lunes, desde las 18:30 hasta las 19:00 estaré disponible en la sacristía para ir poco a poco confesando a quien lo crea necesario. El sábado, junto a otro sacerdote, tendremos la celebración comunitaria de la penitencia, y también habrá tiempo para la confesión. Los tres primeros días de la semana santa serán la última oportunidad para acercarnos a Dios que nos ofrece su perdón y su infinita misericordia.

Dios os espera, y yo también, para poder ser un humilde mediador de su gracia. ¿De verdad vamos a perder esta oportunidad?

Quique, vuestro párroco.

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