EDITORIAL

Villar misionero

Este fin de semana, toda nuestra diócesis celebra la jornada de Valencia Misionera, con la intención de sensibilizar a todas las comunidades parroquiales en la dimensión misionera de la vida cristiana. Con esta campaña, queremos hacer presentes a todos los misioneros valencianos que por todo el mundo son testigos de la fe, entregando su vida en el anuncio del Evangelio, y orar para que el Señor continúe suscitando en la Iglesia de Valencia vocaciones a la misión, que, por su testimonio de entrega incondicional, resultan tan necesarias en un mundo como el nuestro.

No obstante, no podemos conformarnos con una colecta y unas preces, sino que debemos aprovechar esta oportunidad a nivel comunitario para llevar a cabo un serio examen sobre la importancia que tiene para nosotros esta realidad fundamental en la vivencia de la fe. La misión, que es cosa de todos, tiene que estar presente en nuestra vida, sino ¿qué sentido tiene nuestra fe?

Vivir en clave misionera nos exige a los cristianos, estemos donde estemos, poner en la balanza la importancia de nuestra fe, qué significa para nosotros reconocernos como seguidores de Jesús, el Nazareno. Porque, si verdaderamente, conocer a Cristo es lo que da sentido a nuestra vida, es la gran noticia que nos ayuda cada día a comprender lo que hacemos y a mirar hacia delante con esperanza ¿por qué reservarnos, o ocultar esto? Sería egoísta e incomprensible que algo que nos da vida nos lo guardemos como un secreto inconfesable, sobre todo cuando no hay motivo para ocultarlo, ni pierde su eficacia al convertirse en algo público o fácilmente reconocible.

Sin embargo, creo que aquí podemos caer en la tentación de generalizar, en una optimista percepción de la vida cristiana en este siglo XXI. Para plantear esta cuestión, cada uno debemos hacer nuestro propio examen ¿qué es Jesucristo para nosotros? ¿es verdaderamente su presencia la que llena nuestra vida de sentido y profundidad? ¿es imposible concebir nuestra vida sin la fe?

Ciertamente, estoy casi seguro que al hacernos estas preguntas, nos hemos dado cuenta de que no vivimos todas estas cuestiones con la intensidad que deberíamos, por lo que nuestra vida como discípulos no está preparada para la misión. Estamos en camino, pero si nuestra fe no se fortalece y se afianza, la exigencia misionera nos resulta demasiado compleja, exigente y atrevida.

Ante esto, que la jornada de Valencia Misionera nos ayude a fortalecer la vida de fe, a disponer nuestra actividad parroquial, para que aquello que es el epicentro de nuestra vida cristiana, conocer y sabernos amados por el Señor, sea lo que queremos comunicar en el proceso de transformar nuestra parroquia en una comunidad misionera, que disfrute y se sienta llamada, por su gozosa experiencia, a anunciar la buena noticia, la salvación que nos llega por la resurrección de Cristo. Los cristianos de Villar estamos convocados a esta gran misión de la Iglesia en el mundo, por tanto, el camino que estamos recorriendo busca que nuestro pueblo tenga identidad cristiana, pueda reconocerse como Villar misionero, alegre y feliz de anunciar a Cristo a sus hermanos. No nos rindamos, con el Señor, nada hay imposible.

Quique, vuestro cura.

Comentarios cerrados.