Editorial

AGOSTO ASUNCIONISTA

Entramos en esta semana en la preparación a una de las grandes solemnidades que el pueblo cristiano celebra en honor de la Virgen María, la Asunción de nuestra Señora a los cielos. Agosto es el mes por excelencia en el que la religiosidad popular se centra en este misterio de la vida de María, tan difundido en nuestra diócesis desde los tiempos de la reconquista, en los que el Rey Jaime I extendió la devoción por este dogma mariano, fundando decenas de parroquias bajo su titularidad.

La misma iglesia de Villar, antes de la independencia de Chulilla, estuvo dedicada a la Asunción de Nuestra Señora, y por este motivo nos queda como recuerdo esta fiesta que cada verano celebra nuestra comunidad a la Virgen María.

Como todo momento importante en la vida cristiana, la comunidad se prepara espiritualmente para la vivencia de esta gran fiesta. Es por ello que esta semana, los días previos al Domingo 15 de agosto, celebraremos el Solemne Triduo a Nuestra Señora en su Asunción, adentrándonos en este momento crucial en la vida de la Madre de Jesús, y comprendiendo como a su destino final esta ligado el de todo creyente, y también el de todo ser humano, llamado a participar de la salvación de Cristo.

Las lecturas Evangélicas, la oración, la celebración de la Eucaristía, el canto, la música… todo nos quiere transportar hasta ese momento en el que María es introducida en la gloria en Cuerpo y Alma, preanunciando la glorificación universal de toda la humanidad. Es una oportunidad para reactivarnos, con la mirada puesta ya en el próximo curso, dejando que el ejemplo de fe de María nos reafirme en el deseo de seguir a Jesucristo y anunciarle en todo momento.

Los apóstoles, incluido Santiago (que se encontraba lejos de Jerusalén predicando la buena noticia por tierras hispanas) acudieron a acompañar a María en su tránsito, en sus últimos momentos de vida terrena. Así, convocados por la Madre, ante el hecho inminente de su dormición y asunción,

acerquémonos todos a la celebración de la Eucaristía, participemos de estas jornadas, dejémonos sorprender por la tradición apócrifa, que nos permite vislumbrar lo que la Iglesia confiesa con este dogma.

María nos convoca de nuevo para infundirnos esperanza, para dar sentido al largo camino de la fe, para proponernos una vida plena con Cristo para toda la eternidad ¿Quién no desea en lo más hondo compartir la eternidad con María en presencia de Dios? Que este anhelo nos mueva a imitarla, a seguirla, a aprender de sus palabras y de sus acciones que nos sirven de modelo para la perfección y la santidad.

Que pasemos unos días gozosos alrededor de la Madre.

Quique, vuestro Párroco.

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