Editorial

Tiempo para el Espíritu

La próxima semana la vida de la parroquia se verá afectada por una ausencia significativa: la del párroco. Desde el próximo domingo hasta el sábado 13 de noviembre, me ausentaré de la parroquia por motivos profesionales. Inicio seis días de Ejercicios Espirituales junto a un grupo de sacerdotes de nuestra diócesis en el Monasterio de Santo Espíritu de Gilet.

El tiempo de Ejercicios es un momento clave en la vida anual de todo sacerdote en el que todo queda apartado a un lado, para poner a Dios en el centro, dejando que él vaya marcando el camino. Para mí, estos son unos ejercicios especiales y significativos. Son mis primeros ejercicios después de la ordenación sacerdotal, y los primeros desde que soy párroco de Villar.

Lo que pensaba, imaginaba y deseaba en tantas ocasiones como seminarista ahora es una realidad. El Señor me ha regalado el ministerio sacerdotal y me ha confiado una comunidad cristiana a la que acompañar y cuidar como pastor. Vivo el sacerdocio en el seno de una comunidad parroquial, aquello para lo que me formé y que tantas veces soñé sin poder poner nombres y rostros concretos.

Hoy mi vida sacerdotal está totalmente entregada a la parroquia de Villar, y en este marco planteo mis ejercicios espirituales. Es tiempo para que el Señor me ayude a configurar mi ministerio en Villar, para repensar los retos pastorales y hallar en el Señor respuesta a mis dudas y preocupaciones. Días en los que pido al Señor que envíe su Espíritu para alimentar la creatividad y el ingenio, para recuperar los dones desgastados por el trabajo y la rutina.

Especialmente deseo hallar en estos ejercicios tiempo de silencio interior y exterior. Para que el Señor hable, para que su Palabra sea alimento y lugar de encuentro cada jornada. Para revivir en mi vida el amor vocacional que un día me conmovió y me empujó a decir sí con generosidad al Señor, para amarle y servirle allí donde me quisiera enviar. Para amar y servir hoy, aquí y ahora; en la parroquia de Ntra. Sra. de la Paz por la que rezo cada día, y a la que tendré muy presente en estos días intensos de plegaria.

Me encomiendo a vuestras oraciones para que estas jornadas en presencia de Dios den frutos abundantes de mayor entrega y perseverancia en mi ministerio pastoral. Ponedme en vuestras súplicas bajo el manto de nuestra Madre, la Virgen de la Paz.

Quique, vuestro párroco.

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