Editorial

Nuestros hermanos, los enfermos

Durante esta semana hemos celebrado la Jornada Mundial del Enfermo, en el XXX Aniversario desde que el Papa San Juan Pablo II la instituyese coincidiendo con la fiesta de Ntra. Sra. de Lourdes. Por ello, cada 11 de febrero, la Iglesia universal se une en oración por los enfermos, poniendo en el centro a María, que es para el pueblo cristiano consuelo de los afligidos y salud de los enfermos.

Hasta el santuario de Lourdes peregrinan, año tras año, millones de creyentes, muchos de ellos enfermos, para hallar en la oración junto a la Madre ayuda y fuerza para seguir su camino, asociados a la cruz de Jesús. Lourdes es lugar de encuentro con el Señor, que a través de María nos reitera la experiencia fundamental de la fe, como Dios nos ama a pesar de las dificultades, las caídas y la dura experiencia de la debilidad.

Pero no solo es Lourdes lugar de oración, sino también de conversión, donde de forma especial en el sacramento de la Penitencia, tantas personas renuevan ese abrazo de misericordia en el que Dios nos perdona y renueva en nuestras vidas humanas la fuerza de la gracia. Con el perdón, el corazón humano hace experiencia del amor incondicional que tiene en nuestra vida capacidad renovadora y transformadora ¡Cuántas personas en Lourdes han vivido esta preciosa experiencia del abrazo!

Además, Lourdes es un motor que ejercita al servicio en la vida eclesial. ¡Por cuántos jóvenes, hospitalidades, miembros de movimientos de vida cristiana son servidos y ayudados los enfermos en todas las peregrinaciones que cada año llegan hasta la gruta de Massavielle, junto al río Gave! ¡Cuántos en Lourdes han aprendido el valor de ayudar a cargar a un enfermo, de empujar una silla de ruedas, de dar de comer a un impedido! Tantos que allí han hecho la experiencia de ser los pies, las manos, y la fuerza en la debilidad de otros.

Allí María nos hace vivir el verdadero sentido de la caridad: ver en los últimos, en los que no cuentan, en los sufrientes, ese rostro de Cristo pobre, débil, herido, que necesita de nuestra ayuda, comprensión y cariño. Quizás sea un buen momento para que nuestra comunidad vaya planteándose la posibilidad de acercarse a esta fuente no solo de agua, sino de gracia y conversión que es el lugar de Lourdes, en Francia. Ya está en la mente del párroco al escribir estas letras, ya se ha puesto en marcha la primera rueda del engranaje… pronto visitaremos a María en este lugar entrañable y entonaremos juntos el Ave, pidiendo a María, nuestra salud, que haga en nosotros posible la conversión del corazón, “allí los enfermos encuentran vigor, allí luz y vida halla el pecador…”

Quique, vuestro párroco.

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