Editorial

¡Gloria, alabanza y honor…

Al que viene en el nombre del Señor! Con este canto de alegría abriremos el próximo Domingo la gran semana, la Semana Santa, en la que los cristianos de todo el mundo estamos llamados a revivir y actualizar en nuestras comunidades cristianas el misterio pascual de Cristo. También los creyentes en Villar estamos convocados para ponernos en marcha y acompañar al Señor en los momentos centrales de su vida.

El Domingo de Ramos nos introduce en estos días santos haciendo memoria de aquella entrada triunfal del Señor en Jerusalén. Aclamado por sus seguidores y por los habitantes de la ciudad que lo reciben con gozo, Cristo, montado sobre un pollino, es acogido en la ciudad santa como el Mesías que el pueblo esperaba. Por ello, la celebración del Domingo de Ramos tiene un carácter especialmente festivo en el que los niños son los protagonistas al recordarnos que son ellos los que aclaman al Señor que viene de nuevo a nuestro encuentro para pasar una Pascua más por nuestras vidas.

Por esto quisiera animar a todos los miembros de nuestra comunidad cristiana a que nos reunamos a vivir juntos esta gran Solemnidad del Domingo de Ramos, para que en procesión desde la Ermita de San Vicente sepamos contagiarnos de la alegría de la fe, al tiempo que podamos ahondar en la grandeza de ese misterio salvador que en estos días revivimos en cada celebración litúrgica.

Unido a la alegría, el Domingo de Ramos tiene una dimensión mucho más exigente, al tratarse al domingo de la Pasión, en el que la Iglesia universal proclama la Pasión del Señor Jesucristo, su muerte en cruz, manifestando la centralidad de esta entrega redentora en la vida del creyente. La profundidad de la liturgia del Domingo de Ramos nos invita a mirar la cruz, a adorarla, a contemplar la pasión como el lugar desde donde brota la vida plena y verdadera del hombre.

Por ello, también os invito a sumaros a las Vísperas que celebraremos ya en la tarde del Domingo, y en las que veneraremos la reliquia de la Santa Cruz y nos dejaremos empapar por la inmensa obra salvífica de la Cruz de Cristo.

Ya en el silencio de la noche, a las 21:30, recorreremos las calles de Villar en la Oración del Santo Via Crucis, acompañando a Jesús en el camino hacia el Calvario, y llevando a cada casa de Villar el amor de Cristo crucificado, del que tantos estamos necesitados para que nuestros dolores y sufrimientos sean transformados por su misterio pascual en gozo y plenitud.

Que el Señor nos ayude a vivir con intensidad el regalo de la Semana Santa, en la que todos somos invitados a contemplar con agradecimiento lo que el Señor no regala: su vida, su presencia, su Pascua que nos regala la vida eterna cuando nos configuramos con él y con el gran misterio de su Pasión, Muerte y Resurrección.

Feliz Semana Santa. Quique, vuestro párroco.

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