Rincon Carmelitano

IR CONTIGO, JESÚS

Jesús, no es fácil ir contigo en esta hora. Se te ve solo, débil entristecido. ¿Quién quiere juntarse a un fracasado cuando se ponen feas las cosas? Hasta tus amigos te niegan, te abandonan. ¿Siempre ha de ser así? ¿que a los más débiles se les acumule el peso encima?

Pero Tú sigues poniendo amor en el camino. No vuelves la vista atrás. Nunca te gusto hacerlo. ¿En qué fuentes bebes para no abandonar? ¿Qué fuerza te sostiene en tanta debilidad? ¿por qué sigues apostando por mí?

Afrontas la noche celebrando con los tuyos una cena. ¿Cómo es posible? Renuevas tu amistad en tu pan partido, entregado. Nadie te quita la vida, la das Tú, la sigues dando. Los enemigos tienen tus horas, pero Tú continúas amando. No das a nadie por perdido, tampoco por mí. Siempre te gustó mirar con detenimiento a la gente, sin dar a nadie por perdido; como si quisieras descubrir tu imagen en lo más hondo de cada ser humano. Ahora miras a Pedro por dentro, conoces sus miedos. Ves a Judas, oscurecido, arrastrado por el vértigo de la nada. Me ves a mí, venido tantas veces abajo. Nos ves a cada uno. Acojo tu mirada como una oportunidad de encontrarme contigo. Me detengo ante Ti, mientras Tú bebes el cáliz hasta la última gota.

¿Seré capaz de dejarme cautivar? ¿seré capaz de decirte que sí en este día? Me atrevo a confiar en ti, Jesús. pongo tu herida de amor en mis heridas. Te digo sí a Ti, Jesús, y fiel hasta el final.

Por eso te digo: Dios mío te amo, me brota espontáneamente, del corazón. Si lo pienso un poco, me parece un disparate, y con todo tengo la certeza de amarte con un amor digno de ti, Sé por experiencia, que el amor no nace de mí; que tú eres el AMOR que llena la tierra, y del cual «mi copa rebosa». Con ese amor respondo a tu palabra «Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser». Un amor así tiene que ser posible. No puedo responder a tu amor sino con tu mismo amor, ni ofrecerte nada que previamente no lo haya recibido de ti. Siendo pecador y finito, soy capaz de acoger en ti lo infinito. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Solo pudo responder debidamente a tu amor, dándote el amor que tú me has dado en tu Hijo Jesucristo, en quien me das lo que tú más quieres para que sea lo que yo más quiera, y, desde tu Hijo «mío y para mí» y pueda decirte con verdad: Dios mío os amo.

Acompañemos a Jesús en todos estos días de su pasión y muerte.

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