Editorial

La Eucaristía, el gran regalo de Jesús

Cuando llegan las fechas cercanas a la Primera Comunión, en muchas casas de los comulgadores empiezan a llegar multitud de regalos que con grandes cajas y envoltorios ocupan estancias y mesas con el deseo de expresar la alegría de familiares y amigos que se hacen partícipes de la primera comunión de los niños y niñas.

Son signos de alegría, que manifiestan la grandeza de este momento en la vida de los niños, y que es inevitable recibir, pues son la expresión material de aquello que en nuestra sociedad sigue significando, muchas veces sin la suficiente consciencia, participar por vez primera en el banquete de la Eucaristía.

Sin embargo, creo que queda en manos de la comunidad parroquial, ayudar a estos niños y niñas a tomar conciencia de aquello fundamental, de ese gran regalo que recibirán, comer por primera vez del cuerpo de Cristo, dejar que la presencia Eucarística de Jesús llene su corazón de su amor, que queda manifestado en este gran y humilde Sacramento.

Quizás pensemos que la importancia de este sacramento, la esencialidad de la Eucaristía en la vivencia de la fe habla por sí sola, y que nada más podemos hacer para acometer nuestro objetivo. No obstante, creo que la parroquia tiene la responsabilidad y debería compartir la inquietud y el deseo de hacer nuestra vida más eucarística, y nuestra fe más vinculada a la celebración de la que es nuestra acción de gracias por antonomasia.

Por ello, la Eucaristía debe convertirse en primer lugar en nuestro lugar de encuentro privilegiado por el Señor, la celebración, y la adoración que es prolongación de lo que se celebra en la misa, son dos testimonios fehacientes de como entender nuestra fe. La Fe y la Eucaristía van unidas porque es el sacramento el que facilita y hace sencillo el encuentro con Dios del corazón de cada creyente.

La Eucaristía también es para la Iglesia la expresión de acción de gracias más esencial e importante. Nuestra vida, don de Dios, debe agradecerse cada día, y no hay forma más idónea para ello que la celebración de este sacramento, que actualiza la presencia de Cristo resucitado en nuestra vida, y nos permite expresar aquello más esencial que vivimos y compartimos como Iglesia y como comunidad cristiana.

En este mismo sacramento, también actualizamos el misterio pascual de Jesús, la gracia que por su entrega sigue Dios derramando sobre la humanidad entera, por lo que la Eucaristía nos enseña la pedagogía de la Pascual, el valor de nuestra entrega generosa y constante, que quiere imitar a la de Jesús para continuar la misión eclesial de la salvación del hombre.

Quizás si tomásemos más en serio nuestra relación con el Señor a través de la Eucaristía, si viviésemos la centralidad de este sacramento en nuestra vida, y fuésemos conscientes de como en ella se prolonga el misterio de la redención del hombre, podríamos mostrarles mejor a estos niños que es la Eucaristía el gran regalo de su Primera Comunión.

Quique, vuestro párroco.

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