¡Danos Señor tu Espíritu Santo!
El encuentro con Cristo resucitado durante estas semanas es el regalo de la Pascua, caminar con el Señor vivo ha restaurado nuestra fe, y nos ha ayudado a comprender que caminar junto al resucitado nos hace responsables de la gran misión de la Iglesia, el anuncio del amor de Dios, que en la resurrección de Cristo nos invita a una vida nueva, a la vida sin fin, a la eternidad.
Esta experiencia, esta gran noticia de nuestra existencia, es una irresponsabilidad guardarla para nosotros o reservárnosla como algo íntimo, pues es la experiencia más esencial de la vivencia de la fe cristiana, que necesitamos compartir con pasión y anunciar con alegría.
No obstante, aparecerán algunas dificultades en el camino: las realidades de nuestro mundo, el cansancio, la indiferencia religiosa de nuestro tiempo, los nuevos ideales imperantes en nuestra realidad social … tantas cosas y tan complejas que a veces nos sentimos acobardados ante las dificultades de acogida de está invitación a la fe.
Por ello, la celebración de Pentecostés es el motor de está gran misión eclesial. Pedir al Señor que nos envíe el Espíritu Santo es pedir que renueve en nosotros, y en nuestra comunidad parroquial la ilusión, la fuerza, y el deseo de comunicar al mundo que nuestra fe nos sostiene, nos llena de alegría y da sentido a nuestra existencia.
Necesitamos ilusión para que nuestro testimonio sea convincente, para que atraiga la vivencia de que la fe nos llena de alegría, incluso cuando las cosas nos discurren como nosotros habíamos deseado o previsto. Pero la alegría de resucitar con Cristo no puede arrebatárnosla le mundo y sus complicaciones cotidianas.
También la pasión es necesaria para este trabajo común de toda la Iglesia. No podemos ser misioneros apáticos, insulsos, fríos… porque nuestro anuncio es un anuncio que habla de amor, de plenitud, de felicidad. Quien es feliz, contagia y transmite esta felicidad que la fe nos hace vivir.
Pero sobre todo necesitamos estar disponibles para el Señor. Estar disponible significa que el Señor pueda tomar de nuestro tiempo, de nuestro descanso, de nuestra vida para ofrecerla a los demás, para ponerla al servicio de la Iglesia, para anunciar al mundo que Cristo resucitado es Señor de nuestra vida.
Para que esto sea posible, pidamos a Dios con insistencia ¡Danos Señor tu Espíritu Santo!
Feliz Pascua de Pentecostés
Quique, vuestro párroco.