Rincon Carmelitano

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD (PRO ORANTIBUS)

Es un día dedicado a rezar por los monjes y monjas de la vida contemplativas, así que hoy nosotras esperamos vuestra oración, para que vivamos con fidelidad y generosidad nuestra vida al Señor, bien de la Iglesia y de toda la humanidad, y que recemos para que vengan nuevas vocaciones.
«La trinidad, he ahí nuestra morada, nuestro propio hogar, la casa paterna de donde nunca debemos salir. Así lo manifestó un día el divino Maestro. El esclavo no se queda en casa para siempre; el hijo se queda para siempre» (De los escritos de Isabel de la Trinidad)
Isabel nos invita a vivar nuestra fe en la Trinidad, a entrar en comunión de amor y de vida que nos habita. Nos recuerda hoy que
tenemos «un lugar» hermoso» en el que realizar nuestra existencia: el seno entrañable y amigo de la Trinidad, comunidad de vida y amor.
¡Qué gozada saber que nuestra vida entera, esa que tantas veces experimentamos frágil y limitada, hostigada y a la intemperie, no se encuentra perdida en el infinito ni es un punto irrelevante del cosmos! ¡Qué confianza saber que cada uno de nosotros, con nombre y apellidos, con nuestra historia a cuestas, nos encontramos inmersos y arrastrados por un rio infinito de amor que brota de la Trinidad! Nuestra vida no está colgada en el vacío y la nada, está sumergida en la profundidad del Amor de la Trinidad.
Isabel nos recuerda hoy: ésta es tu casa, ésta es tu morada, » el Amor» es tu morada, la Trinidad es tu casa, tienes un lugar hermoso, tienes un sitio, acoge en ti este amor; vive atento y despierto en tu fe, sin olvidar nunca esto, que es lo que le da solidez a tu existir.
El propósito fundamental de la acción de Dios en la persona humana es que todos y cada uno lleguemos a experimentar que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo vive íntimamente en la persona creyente a quien se le ha prometido: «Vendremos a él y pondremos en él nuestra morada» Dios en mí y yo en Él. Él es tu alma y tu alma es Él.
La vida de muchos cristianos cambió radicalmente el día en que se dieron cuenta de que el Dios en quien creían y al que oraban, o el Dios en quien no creían y al que no rezaban, era un Dios muy cercano, que vivía muy cerca de ellos, en lo más profundo de su ser. A veces el Señor se revela desde dentro, haciéndoles experimentar su presencia

Hermanas Carmelitas.

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