Rincón Carmelitano

LA CONFIANZA NOS CONDUCE AL AMOR

( SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS)

 «¿Cómo puedes preguntarme si puedes tú amar a Dios como yo le amo…?  Mis deseos de martirio no son nada, no son ellos los me dan la confianza ilimitada que siento en mi corazón. A decir verdad, son las riquezas espirituales las que hacen injusto al hombre cuando se apoya en ellas con complacencia, creyendo que son algo grande…Lo que le agrada a Dios es verme amar mi pequeñez y mi pobreza, es la esperanza ciega que tengo en su misericordia…Es mi único tesoro. Hermana querida, ¿por qué este tesoro no va a ser también el tuyo ? Mantengámonos, pues, muy lejos de lo que brilla, amemos nuestra pequeñez, deseemos no sentir nada. Entonces seremos pobres de espíritu y Jesús irá a buscarnos, por lejos que nos encontremos, y nos transformará en llamas de amor viva…¡Ay, cómo quisiera hacerte  comprender lo que yo  siento…! La confianza y nada más que la confianza, puede conducirnos al amor..» (de una carta  a su hermana María)

 Por eso Teresita nos invita a mirarnos desde Jesús, desde el amor entrañable que Dios revela en Él. Amor como el de una madre a su hijo (aunque ella se olvidé de su hijo, yo no te olvidaré jamás ( Is 49) nuestro verdadero valor se descubre desde esa mirada de Dios. Confiar en este amor nos lleva a una autoestima serena que no necesita demostrar nada, ni ante los demás ( resultados, éxitos ) ni ante uno mismo. Sabernos acompañados por la ternura de Dios, nos ayuda a reconocer y amar no sólo la parte buena y vencedora de nosotros, sino también la propia pequeñez y pobreza, y vivir nuestra realidad y confianza puesta en Dios.

  Quien pone su fundamento en la misericordia de Dios se hace sencillo, con una pobreza espiritual que ayuda a vivir en gratuidad.

Teresita puede responder a pensamientos a cualquiera de nosotros, que queremos amar a Dios, y también somos conscientes de nuestras contradicciones, de nuestros miedos y debilidades. Como dirá más tarde» me tienta el desaliento, pero sé que el desaliento es también una forma de orgullo. Por eso, quiero Dios mío, fundar mi esperanza sólo en Ti»

                                             HERMANAS CARMELITAS

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