Editorial

ORGULLOSOS DE NUESTRA FE

Este domingo 12 de noviembre celebramos el día de la Iglesia diocesana, una ocasión para reflexionar sobre nuestra pertenencia a la comunidad de los discípulos de Cristo que formamos la Iglesia. Este año, el lema que nos propone la Conferencia Episcopal Española es «orgullosos de nuestra fe» . ¿Qué significa este orgullo? ¿Es acaso una actitud de soberbia o de autosuficiencia? ¿O es más bien una expresión de gratitud y de compromiso?

El orgullo de nuestra fe no es una actitud de superioridad o de desprecio hacia los demás. Al contrario, es un reconocimiento humilde y alegre de que somos hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza, y llamados a vivir en comunión con Él y con nuestros hermanos. El orgullo de nuestra fe es una respuesta de amor a Dios, que nos ha amado primero y nos ha enviado a su Hijo Jesucristo para salvarnos y darnos la vida eterna. El orgullo de nuestra fe es una invitación a seguir a Jesús, el Buen Pastor, que nos conoce, nos cuida y nos guía por el camino de la verdad y de la vida.

El orgullo de nuestra fe también implica una responsabilidad y una misión. Somos parte de la Iglesia diocesana, que es la porción del pueblo de Dios que peregrina en un territorio concreto, bajo la guía del obispo, sucesor de los apóstoles. La Iglesia diocesana es una familia de familias, una red de comunidades, una casa de todos, donde nadie se siente excluido ni marginado. La Iglesia diocesana es una escuela de fe, de esperanza y de caridad, donde aprendemos a conocer, a amar y a servir a Dios y a los demás. La Iglesia diocesana es una luz en el mundo, que anuncia el Evangelio con valentía y alegría, y que testimonia con obras y palabras el amor de Dios por toda la humanidad.

Por eso, queridos hermanos y hermanas, os animo a celebrar el día de la Iglesia diocesana con gratitud y con compromiso. Agradezcamos a Dios el don de la fe y de la Iglesia, y pidámosle que nos ayude a vivirla con coherencia y con fidelidad. Colaboremos con nuestra oración, con nuestro tiempo, con nuestros talentos y con nuestros bienes al sostenimiento y al crecimiento de la Iglesia diocesana, que es nuestra madre y nuestra maestra. Y compartamos con los demás el orgullo de nuestra fe, que es una fuente de alegría y de esperanza para el mundo. Que la Virgen María, Madre de la Iglesia, nos acompañe y nos proteja. Amén.

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