Editorial

Domingo de Ramos:

Puerta a la Semana Santa y al Misterio Pascual

Nuestra Parroquia de Villar del Arzobispo, se engalana con palmas y ramos de olivo en este Domingo de Ramos, preludio de la Semana Santa, una semana que nos invita a un viaje espiritual profundo, a revivir el Misterio Pascual de Cristo.

Las palmas y ramos bendecidos que portamos en procesión son más que simples adornos. Representan la victoria de Cristo sobre la muerte, la aclamación jubilosa del pueblo al Mesías que entra en Jerusalén y la esperanza que brota del misterio pascual. Son símbolos que nos recuerdan la realeza de Cristo, su entrega por amor y la promesa de la vida eterna.

Este Domingo nos invita a entrar en Jerusalén con Jesús, no como espectadores pasivos, sino como discípulos activos. Es una llamada a despojarnos de nuestras vestiduras mundanas, de nuestros egoísmos y pecados, y a revestirnos de la actitud del siervo humilde que se entrega por amor. Es un tiempo propicio para la conversión, para examinar nuestra vida y reorientarla hacia Dios.

El Domingo de Ramos marca el inicio de un camino de reflexión, oración y recogimiento que nos conduce al Triduo Pascual, el corazón de la fe cristiana. En estos días, contemplaremos la pasión y muerte de Jesús, culminando en la celebración de su gloriosa resurrección. Son días para meditar en el amor de Dios por la humanidad, un amor que se manifiesta en la entrega total de Cristo por nuestra salvación.

La Semana Santa nos invita a intensificar nuestra vida de oración, a meditar en la Palabra de Dios y a participar de las celebraciones litúrgicas propias de este tiempo. Es un momento para el silencio interior, para la escucha atenta y para el encuentro personal con Cristo. Es un tiempo para reflexionar sobre el significado de la cruz y la resurrección, y para fortalecer nuestra fe y esperanza.

En palabras de Benedicto XVI: “La Semana Santa es un tiempo de gracia, un tiempo favorable para la conversión y la renovación espiritual. Es un tiempo para entrar en el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, y para permitir que su amor transforme nuestras vidas”.

Vivamos este Domingo de Ramos con fervor y alegría, abriendo nuestro corazón al misterio de la Pascua. Que sea un tiempo de conversión personal, de oración y de profunda unión con Cristo. Que las palmas y ramos que bendecimos hoy sean un símbolo de nuestra fe viva y de nuestra esperanza en la victoria definitiva del amor sobre la muerte.

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