Rincon Carmelitano

SANTA MARÍA, REINA DE TODOS LOS SANTOS

La vida de los Santos no comprende sólo su biografía terrena, si no también su vida y actuación en Dios después de la muerte. En los Santos es evidente que, quien va hacia Dios, no se aleja de los hombres, sino que se hace realmente cercano a ellos. En nadie lo vemos mejor que en María. La palabra del Crucificado al discípulo a Juan y, por medio de él, a todos los discípulos de Jesús: «ahí tienes a tu madre» se hace de nuevo verdadera en cada generación. María se ha convertido en Madre de todos los creyentes. A su bondad materna, así como a su pureza y belleza virginal, se dirigen los hombres de todos los tiempos y de todas las partes del mundo en sus necesidades y esperanzas, en sus alegrías y contratiempos, en su soledad y en su convivencia. Y siempre experimentan el don de su bondad; experimentan el amor inagotable que derrama desde lo más profundo de su corazón. María, la Virgen, la Madre, nos enseña qué es el amor y de dónde tiene su origen, su fuera siempre nueva. A ella nos confiamos y confiamos a la Iglesia y a toda la humanidad. Santa María, Madre de Dios, tú has dado al mundo la verdadera luz, Jesús, tu Hijo, el Hijo de Dios. Te has entregado por completo a la llamada de Dios y te has convertido así en fuente de la bondad que mana de Él. Muéstranos a Jesús. Guíanos hacia Él. Enséñanos a conocerlo y amarlo, para que también nosotros podamos llegar a ser capaces de un verdadero amor y ser fuentes de agua viva en medio de un mundo sediento de Dios, de felicidad.

Hermanas Carmelitas

 

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