JESÚS SE HIZO HOMBRE, PARA HECERSE UNO CON NOSOTROS.
Jesús se hizo hombre, se hizo uno con nosotros, no para comprendernos a los hombres sino para que los hombres aprendamos a sumir el dolor y la cruz con la perspectiva de Jesús Abandonado. De esta forma podremos descubrir que existen muchas situaciones en las que nos sentimos abatidos, abandonados por todos, en las que sentimos que la vida no tiene sentido, en las podremos llegar incluso, a dudar de la existencia del mismo Dios. Sí, nos sentimos» abandonados». Es entonces cuando nuestros ojos se vuelven a la cruz y es en la cruz el abandono es iluminado por un rayo de esperanza. Es mirando a Jesús Abandonado, cuando se nos invita a no quedarnos en depresión del abandono. Su contemplación nos indica cuál ha de ser el siguiente paso: No entiendo nada… pero, Señor me pongo en tus manos. Es decir mirar la cruz nos ha llevado a «confiar» y desde la confianza, sumidos en el silencio del sepulcro, nos damos un tiempo de espera porque más allá de la oscuridad se vislumbra la resurrección.
Todo este planteamiento nos conduce a amar el dolor, a amar la cruz porque forma parte de nuestra naturaleza humana, porque nos purifica, porque nos acerca al mismo Dios que se sintió abandonado, que puso su confianza en el Padre y nos muestra la alegría y la esperanza de la resurrección.
HERMANAS CARMELITAS