FIN DE CURSO. FIN DE CICLO
Cómo ya es sabido por muchos o por todos, el pasado Martes comuniqué al consejo de pastoral y posteriormente a todos los grupos parroquiales una noticia inesperada. El Señor Arzobispo me traslada de Villar, de esta querida parroquia de Nuestra Señora de la Paz. El destino, Roma. Ampliar estudios en la ciudad centro de la cristiandad.
Os puedo asegurar que aunque el destino sea muy tentador, y atractivo, que lo es, no es fácil dejar esta parroquia. No, no es nada fácil.
Como os decía en el mensaje que envié: vine en nombre del Señor, de su mano, sin pretender más que hacer su voluntad, y ahora, toca seguir esa misma máxima, que creo que es la que nunca nos falla, seguir su santa voluntad. Aunque duela, aunque no nos guste, pero es así.
Quizá haya sido corto, sí, no lo vamos a negar, podría haber estado aquí muy feliz como hasta ahora muchos años más, pero Dios lo ha dispuesto así y sin resignación, sino, alegres de cumplir su voluntad, seguiremos su camino.
Es innegable que venir a Villar supuso un regalo, una caricia del Señor en mi ministerio sacerdotal, delo cual voy a estar siempre profundamente agradecido. Los que estáis metidos en cosas de la diócesis, sabéis bien de la buena reputación de nuestra parroquia, somos en cierto modo la envidia de muchos y eso, para su párroco os puedo asegurar que es un gran orgullo. Sabéis porque os lo he dicho muchas veces, que cuando D. Arturo me comunicó que venía a Villar…la expresión la sabéis…ufff…madre mía, y venir, conocer, vivir la fe, caminar a vuestro lado ha sido muy enriquecedor. Dios ha estado grande con nosotros y debemos estar alegres, aunque ahora andemos un poco cabizbajos, Dios continuará bendiciendo a esta gran comunidad parroquial con otro buen sacerdote, que disfrute de las mieles que Dios regala a los que venimos a este pueblo. También vosotros, tendréis la oportunidad de emprender una nueva relación, una nueva andadura, con lo apasionante de lo novedoso…
Doy gracias a Dios Nuestro Señor por estos casi cuatro años a vuestro lado. Seguiré bajo el manto amoroso de nuestra Madre María Reina de la Paz, pues ella siempre cuida de sus hijos y yo me siento un Villarenco más. Ahora nos toca disfrutar del tiempo que nos queda juntos y disfrutar de cada eucaristía, de cada momento que el Señor nos regale.
EL Sr. Arzobispo me envía a Roma a estudiar psicología en un instituto de psicología que hay en la Universidad Gregoriana, que es la universidad de los Jesuitas en Roma. Es una psicología aplicada a la espiritualidad, al discernimiento, al acompañamiento espiritual. Campo muy necesario: primeramente por la poca formación en las diócesis en ese campo, y segundo por la necesidad de un acompañamiento especializado en el campo de la psicología dentro del ámbito formativo tanto en los seminarios como en el acompañamiento a hermanos sacerdotes. D. Antonio lo tuvo claro desde el primer momento y lo complicado vino a la hora de ingresar en dicho instituto, ya que solamente admiten cada año a quince estudiantes, por lo que hacen una selección bastante rigurosa de los alumnos y alumnas que solicitan el ingreso. Y, bien, ser uno de esos quince, me hace un privilegiado, pero también me carga una gran responsabilidad sobre mi persona que espero con la ayuda del Señor saber llevar a buen término.
Disfrutemos del tiempo que tenemos por delante. Todavía no se sabe quién vendrá a sustituirme, estoy seguro que el Espíritu Santo, una vez más hará un buen trabajo.
Raúl García Adán