Rincón Carmelitano

¡ADIOS A DON RAÚL!

Lo primero que nos sale en este día es un GRACIAS de todo corazón por estos cuatro años de un servicio exquisito como capellán nuestro.

El simple hecho, o mejor, el grandioso hecho, de celebrarnos la Eucaristía diaria, ya merece toda nuestra gratitud, pues es lo más grande que tenemos sobre la tierra. Ya sabemos que ya sea un sacerdote joven y dinámico o viejito, ya lo haga con unción o como de rutina, ya esté bien formado o poco…nada de esto quita o pone valor a la Eucaristía, ya que sabemos que es el mismo Cristo quien se ofrece al Padre por mediación del sacerdote. No obstante, si éste tiene buena disposición y cualidades, pues miel sobre hojuelas, que dice este dicho popular.

Así, después de agradecer su ministerio sacerdotal, le agradecemos que lo haya realizado con una puntualidad infallable, que su predicación diaria haya estado tan centrada en la Palabra proclamada sin irse por las ramas, que se haya ajustado en la celebración al misal romano sin intercalados de propia creación, que se haya ajustado a nuestro horario aunque le haya supuesto madrugar todos los días, el trato cordial y cercano que nos ha demostrado siempre. Sí, nos sentimos agradecidas, y la mejor manera que tenemos de pagárselo es rezar porque ahora le vaya muy bien en sus estudios, que Jesús sea su compañero inseparable y la oración, práctica diaria, pues a fin de cuentas lo único realmente necesario es llegar a la santidad avanzando cada día por el camino de la unión con Cristo.

Nos despedimos con esa vieja canción conocida de todos:»Adiós con el corazón, que con el alma no puedo, al despedirme de tí, de sentimiento me muero». Con toda nuestra gratitud y cariño:

Hermanas Carmelitas

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