Editorial

Octubre y el Santo Rosario

Este fin de semana iniciamos el mes de Octubre, mes en que se celebra la fiesta de la Virgen del Rosario, y tradicionalmente consagrado al rezo de esta oración cristiana. Es curioso cómo el Rosario por su sencillez, por su esencialidad y por su fácil aprendizaje se ha convertido en un signo de identificación entre los católicos, siendo, posiblemente, la oración mariana más universal de la Iglesia.

Además, que oremos con el Rosario, parece ser una petición constante de María cada vez que se ha revelado en sus últimas apariciones. Tanto en Fátima, como en Lourdes o la Salette, la Virgen insiste en las gracias que por su mediación Dios derrama sobre su pueblo y sobre su Iglesia cunado oramos con el Santo Rosario.

Con todo y con esto, es cierto que el Rosario como forma de orar presenta resistencia en algunos sectores creyentes (especialmente en la gente joven) dado su carácter litánico (repetitivo). Entienden en una lectura plana o superficial de este gesto orante que no tiene sentido estar constantemente repitiendo lo mismo que podríamos decir una sola vez.

Personalmente, siempre he razonado que hay dos tipos de creyentes que aprecian especialmente el Rosario: aquellos que viven su fe de una forma sencilla y entienden el Rosario como un diálogo sincero de oración con Dios, a través del cual expresan sus necesidades, sus plegarias y su amor a Cristo y a María; y junto a estos, hay otros creyentes cuya oración de meditación e interiorización les permite contemplar, meditar y abrazar los misterios de la vida de Cristo y de María como un aprendizaje y un modelo para vivir la vida cristiana. Ambas opciones lícitas, válidas y provechosas para vivir la fe.

Por ello creo que durante este mes es positivo promover que en nuestra comunidad, tanto los jóvenes como los mayores se unan en oración común, presentando a Dios por mediación de María las necesidades de la Iglesia, de nuestra parroquia y de toda la humanidad. Cada día un grupo, no en solitario, sino acompañado del resto de la comunidad, dirigirá el rezo del Rosario, cada día con una intención concreta que ellos enunciaran al inicio de este tiempo de oración.

Que cada día, durante el mes de octubre, el Rosario nos acerque a Cristo a través de María, Madre de Jesús y Madre de la Iglesia, que escucha las súplicas de sus hijos e intercede por nosotros. Que rezar el Rosario nos ayude, fortaleciendo nuestra fe y afianzando nuestra esperanza, a caminar cada día junto a Jesús y mostrar al mundo la fuerza y la belleza del Evangelio.

Quique, Vuestro Párroco.

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