VIRGEN MARÍA
Continuamos con Isabel de la Trinidad, ya que se encuentra entre los grandes santos del carmelo y que cada santo tiene su modo muy propio de hablar de la experiencia de Dios y de la Virgen, aunque Isabel de la Trinidad está más marcada por Dios Trinidad, Dios Amor, Jesús Esposo, también vive muy intensamente el amor a María, como se vive en el Carmelo y que ella lo expresa en sus escritos:
«para canta a María, en este día radiante, necesitamos tener las arpas de oro del cielo, y los cantos de los Angeles. Ojalá desde la tierra pudiéramos conocer todo el amor infinito que expandiéndose del Padre se remansa siempre en ti. Aunque nos sentimos frágiles que suba siempre hasta ti nuestro grito de esperanza, de compasión y de fe.
Nadie ha penetrado tanto la hondura del Misterio de Cristo como la Virgen María. María me parece más imitable que cualquier santa. ¡Fue tan sencilla su vida! Sólo con mirarla me siento tranquila. Es la Virgen fiel la que guardaba todas las cosas en su corazón. Me parece a mí que esa actitud de la Santísima Virgen, durante los meses que transcurrieron entre la Anunciación y la Natividad, es el modelo de las almas interiores, de esos seres privilegiados que el Señor ha escogido para vivir allá adentro, en el fondo sin fondo del abismo interior.
Qué pálidas me parecen la figuras de los santos frente a la figura luminosa de la Virgen ¡ Es inefable! No ha habido lengua capaz de transcribir todas aquellas cosas que María guardaba en su Corazón.
Yo quisiera corresponder al Señor pasando sobre la tierra como la Santísima Virgen «Guardando todas estas cosas en mi corazón.» Esta Madre de la Divina gracia va a preparar mi alma para que su hija sea una imagen viva, admirable de su Primogénito, el Hijo del eterno. Aquel que fue la más perfecta alabanza de gloria de su Madre. María fue tan sincera en su humildad que vivió siempre olvidada de sí misma, desapercibida a sus propios ojos, desasida de sí.
Hermanas carmelitas