Editorial

NO ES UN TIEMPO CUALQUIERA

El próximo miércoles iniciamos un tiempo especial para la Iglesia Universal y para cada comunidad cristiana, llega de nuevo la Cuaresma. Lejos de considerar estos 40 días como un periodo oscuro, vacío y lleno de privaciones, personalmente veo mucho más interesante que nos propongamos vivirlo como una oportunidad de crecimiento, como un tiempo en el que el Señor se acerca a nosotros y nos concede su gracia para que sigamos avanzando en nuestra vida creyente.

La Cuaresma no es un tiempo cualquiera, no podemos vivirla sin interés, con indiferencia o pasotismo, porque implica que desperdiciamos la posibilidad de crecer, que despreciamos una llamada de Dios que nos invita a la conversión, al crecimiento, a la caridad. Nos prepara para vivir de nuevo los días centrales de nuestra fe, la Semana Santa, en que reviviremos la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Esta cerca la vivencia del Misterio Pascual de Cristo ¿perderemos esta oportunidad?

No es un tiempo cualquiera, por lo que es tiempo para adentrarnos en los pasajes de la pasión de Jesús, para releerlos, meditarlos y recorrer con Jesús la vía dolorosa, acompañar a la madre dolorosa hasta el pie de la cruz y tomar conciencia de la entrega absoluta de Jesús por nuestra salvación. Es tiempo de mirar la cruz y ver en ella el árbol de la vida, una cruz que es nuestra luz, nuestra esperanza. Tiempo de cargar con la cruz, no solo la nuestra, sino también de ser cirineos de nuestros hermanos.

40 días que no son un tiempo cualquiera, sino que son jornadas para intensificar nuestra oración, para detenernos y escuchar a Dios que nos dirige su palabra. Por ello cada viernes desde las 18:00 hasta las 20:30 será tiempo de adoración, retiro y ejercicio del Via Crucis, tiempo de oración personal y comunitaria, de intimidad entre cada uno de nosotros y Dios que viene a nuestro encuentro.

No es un tiempo cualquiera, sino que es el tiempo de la conversión, del perdón, de la reconciliación. Por ello, la última hora de adoración del viernes será tiempo para acercarnos al sacramento de la confesión, para reconciliarnos con Dios ante la inminente pascua que se acerca y a la que debemos llegar con el corazón dispuesto y el alma limpia. No pasemos de alto esta invitación a la conversión, al arrepentimiento. No perdamos la oportunidad para revivir el gozo y la paz del perdón que Jesús nos ofrece, la reconfortante sensación de sentirnos queridos y perdonados.

La Cuaresma no es un tiempo cualquiera, sino que es un periodo propicio para reestructurar la vida, para reubicar nuestras prioridades, para recordar donde debemos poner el corazón. Es un tiempo para practicar la solidaridad y el desprendimiento, por lo que en la entrada de la capilla estará todos estos días el cepillo de la limosna penitencial. Hagámonos la propuesta de dejar algo, un pequeño donativo nuestro cada semana, en favor de los más necesitados y de nuestra comunidad. Lo recogido durante la cuaresma será la ofrenda de la comunidad en el ofertorio de la misa de la Cena del Señor.

La Cuaresma no es un tiempo cualquiera, sobretodo si nosotros nos oponemos a esto, si estamos dispuestos a vivirla ante la comunidad y ante el mundo como un tiempo extraordinario, un periodo para renovarnos, crecer y revitalizar nuestra vida cristiana.

Dónde queremos llegar es decisión nuestra; cada uno marcamos nuestras metas ¿qué queremos vivir esta Cuaresma? ¿qué podemos hacer para que no sea un tiempo cualquiera?

Quique, vuestro cura.

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