Rincón Carmelitano

OREMOS EN LA ESPERANZA DE LA VIDA ETERNA

  Los cristianos conservamos la piadosa costumbre de orar por nuestros difuntos, ofreciendo misas por su eterno descanso y visitando sus tumbas en los cementerios. Incluso el 2 de noviembre tenemos una fiesta especifica en la que oramos por todos los difuntos que aún necesitan ser purificados de sus faltas y pedimos a Dios que tenga misericordia de todos y los acoja con amor en su Casa.  Eso es bueno, y reflexionar sobre la vida eterna, también, y que creemos que la muerte no es el final de nuestra existencia. Dios nos ha dado la vida por amor y su amor es más fuerte que la muerte, por lo que no se puede acabar.  La Iglesia ha confesado siempre que Cristo Resucitado es primicia de los que han muerto. Todos los que creemos en Él esperamos participar un día de su misma vida en el cielo, cuando seremos revestidos de un cuerpo glorioso como el suyo. Mientras tanto, pregustamos la vida eterna, viviendo ya en amistad con Cristo, «vida nuestra.»

 A lo largo de nuestra vida, muchas veces experimentamos con claridad que hemos terminado una etapa y comienza otra.  por ejemplo: el primer día de colegio, el instituto, la universidad, el primer trabajo…El hecho de terminar una etapa de nuestra vida no significa algo malo.  Al contrario, lo vivimos como algo positivo, porque ponemos nuestra mirada y nuestra ilusión en la nueva etapa que vamos a iniciar.

 Tenemos que aprender a mirar así nuestra propia muerte, como el final de una etapa de nuestra existencia y el iniciar de una nueva etapa, más hermosa, mucho más plena, mucho más gozosa, fiándonos de la palabra de Jesús, que nos dijo que en la casa de su Padre hay muchas moradas y que allí hay un sitio preparado para nosotros.

  Oremos por todos nuestros difuntos siempre, pero de una manera más especial en este mes de noviembre, para que cuantes puedan gozar de la plena felicidad en el cielo.

 Oremos: Presta oídos, Señor, a las oraciones con que imploramos tu misericordia en favor de nuestros hermanos difuntos…, tú que los hiciste miembros de la Iglesia durante su vida inmortal, llévalos contigo a la patria de la luz, para que participe también de la ciudadanía de los santos.

                                             HERMANAS CARMELITAS

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