MARIA MADRE DEL CARMELO
La solemnidad de la Virgen del Carmen es celebrada cada año el 16 de julio, fecha en la que se conmemora la aparición de la Madre de Dios al santo carmelita Simón Stock, en el siglo XIII, entregándole el escapulario como signo de su protección y amor. Esta fiesta tiene un gran arraigo en muchos países, y en nuestro pueblo, Villar del Arzobispo donde la Virgen del Carmen se hace presente con la presencia de las monjas carmelitas descalzas del Monasterio de San Juan de la Cruz
Los cristianos podemos encontrar en esta solemnidad tres aspectos fundamentales para nuestra vida espiritual:
El primero es la confianza en la intercesión de María, que nos acompaña y nos ayuda a llegar a su Hijo Jesús, que es el monte de la salvación. La Virgen del Carmen nos invita a ponernos bajo su manto y a seguir su ejemplo de fidelidad y obediencia a Dios. Como dice el papa san Juan Pablo II: «También yo llevo sobre mi corazón, desde hace tanto tiempo, el Escapulario del Carmen! Por ello, pido a la Virgen del Carmen que nos ayude a todos los religiosos y las religiosas del Carmelo y a los piadosos fieles que la veneran filialmente, para crecer en su amor e irradiar en el mundo la presencia de esta Mujer del silencio y de la oración, invocada como Madre de la misericordia, Madre de la esperanza y de la gracia».
El segundo aspecto es la oración, que es el alma de la vida cristiana y el medio para unirnos a Dios. La Virgen del Carmen nos enseña a orar con el corazón, como lo hicieron los profetas Elías y Eliseo en el monte Carmelo, lugar sagrado donde se fundó la Orden Carmelita. La oración nos permite escuchar la voz de Dios, discernir su voluntad y responder con generosidad. Como dice la liturgia eucarística de esta fiesta: «El Monte Carmelo, cuya hermosura ensalza la Biblia, ha sido siempre un monte sagrado. El profeta Elías lo convirtió en el refugio de la fidelidad al Dios único y lugar de encuentro con el Señor».
El tercer aspecto es la santidad, que es el fin último de nuestra existencia y el camino para alcanzar la felicidad eterna. La Virgen del Carmen nos muestra el modelo perfecto de santidad, que consiste en hacer siempre la voluntad de Dios y vivir en su gracia. La santidad no es algo reservado para unos pocos, sino una vocación universal que todos podemos realizar con la ayuda de Dios y de María. Como dice san Pablo: «Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer… para que recibiéramos la condición de hijos… Y como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abba!, ¡Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios».
Que la Virgen del Carmen nos bendiga y nos guíe por el camino de la confianza, la oración y la santidad.