De la mano de la Virgen del Pilar y Santa Teresa de Jesús
Esta semana tenemos la oportunidad de celebrar dos fiestas muy importantes para nuestra fe: la de la Virgen del Pilar y la de Santa Teresa de Jesús. Ambas nos invitan a renovar nuestro amor a Dios y a la Iglesia, y a seguir el ejemplo de estas dos grandes mujeres que fueron testigos de Cristo en el mundo.
El 12 de octubre celebramos la fiesta de la Virgen del Pilar, patrona de España y de la Hispanidad. Según la tradición, la Virgen se apareció al apóstol Santiago en Zaragoza, sobre una columna o pilar, para animarlo en su labor evangelizadora. Desde entonces, el Pilar es un signo de la presencia y la protección de María en nuestra tierra.
De la mano de la Virgen del Pilar, ¿ qué podemos aprender ?
– La **fidelidad** a Dios y a su voluntad. María siempre dijo «sí» a Dios, incluso en las situaciones más difíciles. Ella nos muestra cómo confiar en Él y seguir su plan de amor para nosotros.
– La **misión** de anunciar el Evangelio. María acompañó a los apóstoles en la primera comunidad cristiana y los animó con su oración y su ejemplo. Ella nos impulsa a ser discípulos misioneros, que llevan la alegría del Evangelio a todos los rincones del mundo.
– La **solidaridad** con los más necesitados. María visitó a su prima Isabel, que estaba embarazada, y le prestó su ayuda. Ella nos inspira a ser sensibles a las necesidades de nuestros hermanos, especialmente de los más pobres y marginados.
Asi mismo, el 15 de octubre celebramos la fiesta de Santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia y reformadora del Carmelo. Santa Teresa fue una mujer extraordinaria, que combinó una profunda vida interior con una intensa actividad apostólica. Fundó numerosos conventos y escribió obras maestras de la literatura mística.
De la mano de Santa Teresa, ¿ que podemos aprender ?
– La **oración** como relación personal con Dios. Santa Teresa decía que orar es «tratar de amistad con quien sabemos nos ama». Ella nos invita a cultivar una relación íntima y constante con Dios, que nos llena de paz y alegría.
– La **humildad** como reconocimiento de nuestra verdad. Santa Teresa era consciente de sus propias limitaciones y pecados, pero también de la gracia y el amor de Dios. Ella nos anima a ser humildes, que no es despreciarnos, sino valorarnos como somos y como Dios nos quiere.
– La **audacia** como disposición para servir a Dios y a la Iglesia. Santa Teresa no se conformó con lo establecido, sino que buscó siempre lo mejor para Dios y para las almas. Ella nos alienta a ser audaces, que no es ser imprudentes, sino estar dispuestos a darlo todo por Dios y por el bien común.
Celebremos con gozo estas dos fiestas, que nos recuerdan el amor de Dios por nosotros y el testimonio de dos grandes santas. Que la Virgen del Pilar y Santa Teresa de Jesús intercedan por nosotros y nos ayuden a vivir como verdaderos cristianos.