Editorial

La Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo

En el último domingo del Año Litúrgico, los católicos celebramos la *Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo*. Esta festividad, que cierra el ciclo litúrgico, nos invita a reflexionar sobre la soberanía universal de Jesús y su papel como el Rey de toda la creación.

Origen y Significado:

-Institución:

El Papa Pío XI estableció esta solemnidad el 11 de diciembre de 1925 mediante la Encíclica *QUAS PRIMAS*. Su objetivo era afirmar la supremacía de Cristo en una sociedad secularizada y recordar que la Iglesia, como sociedad perfecta instituida por Cristo, no puede depender del poder civil. La Iglesia exige plena libertad e independencia en su misión de enseñar, guiar y conducir a la eterna felicidad a todos los que pertenecen al Reino de Cristo.

-Fecha de Celebración: Originalmente, se celebraba el último domingo de octubre, justo antes de la festividad de Todos los Santos. Sin embargo, con el nuevo calendario, se trasladó al último domingo del tiempo ordinario, como corona y conclusión del año litúrgico. Así, resalta la importancia de Cristo como el Rey de nuestras vidas y de toda la historia universal. Esta celebración enfatiza la dimensión escatológica del Reino de Dios en su consumación final.

-Esperanza Escatológica:

La Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, no solo sintetiza las celebraciones anteriores del misterio de Cristo (Navidad, Epifanía, Pascua, Ascensión), sino que también mira hacia el futuro. Nos recuerda la segunda venida de Cristo, el juicio universal y la entrega del Reino al Padre. Es el sello del año litúrgico, orientándonos hacia la esperanza escatológica: el reino de Dios en germen en esta tierra, dirigido al cielo.

¿Es Jesús realmente el REY de nuestra vida?

– Al celebrar esta gran fiesta, debemos evaluar si Cristo verdaderamente reina en nuestras vidas y si sus mandatos prevalecen sobre nuestros intereses personales. Recordemos que su reinado no puede ser suplantado por ningún poder terrenal.

Que esta Solemnidad nos inspire a reconocer a Jesucristo como el Rey eterno, el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Que su amor y su señorío guíen nuestros corazones y acciones en todo momento.

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